Te dejas caer...
Me atraes como un imán...
Tus dedos tocando mi espalda,
mi guitarra, mi pelo, mi cuerpo.
Tu mirada, de oscura a clara,
huidiza y penetrante,
cambiante en un momento,
me derrite, me envenena,
te deseo. Me mata
esta distancia, este hueco
existente entre tus sueños
y mis sueños.
El roce de tu piel
me acerca
el lenguaje de tus versos:
su música, su ritmo, tus labios,
tus besos, mis besos.
Mis colmillos mordiendo suavemente
tu dulce boca, tus dulces miembros.
Tu exquisito escalofrío
me frena, me encanta,
me para, me encandila,
me llega a lo más profundo
de lo que toqué en la vida.
Mi claro espejo
me revuelve las entrañas
y me dilata las pupilas.
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No te cortes...