Huyo [del silencio]
de mi silencio,
de mi imagen al espejo.
Mis dedos, morados e inertes,
siguen buscando el calor del
fuego.
Sobrevivo a mi propia condena,
a esta autoimpuesta cadena
consiguiendo la condicional
por buena conducta.
Me asusta aprender más de la cuenta
-porque en la cárcel ya se sabe
que nos da por aprender-.
Me gustaría tener alguna certeza
en medio de tanta pereza,
tanto impulso ciego,
y quizás así dejar de temer
mi imagen al espejo.
Bello poema Victoria
ResponderEliminarMe alegra ver una fotografía mía publicada en otro blog. Esta es la magia de los blogger.
Un abrazo