sábado, junio 05, 2010
Diacronía
-¡"Ni una más, santo Tomás"!-
...se repetía insistentemente, entrando en el coche. La noche se le antojaba cálida y fría a la vez. No recordaba haberse sentido tan sola nunca...
Encendió el motor de un golpe, sin esperar la señal del monitor, casi con violencia, hiriendo lo único que podía permitirse....y ni eso...
(-"Seguro que no se va a estropear por una vez"-)
...pensó, más malhumorada aún.
La radio saltó automáticamente con sus animados locutores, pluriempleados de radio y del marketing de Facebook. Tras ellos, música disco vacía de contenido. Alienada con la banda sonora que le había tocado, apagó la radio.
(-"Él no va a estar ahí de todas formas...
...¿cómo voy a aceptar que siempre estoy donde debo estar si parece que me equivoco en cada paso?"-)
La opción de pasar la tarde estudiando en la biblioteca no era nada atrayente comparada con la invitación de salir de la ciudad con los amigos. Jerez. Todo el mundo quiere ir a Jerez. La presentación del libro de su amiga (con su respectiva celebración). El Primark londinense esperando allí con su gran gama de ropa de los más cool a low cost. La estudiante jerezana que vuelve a casa para descansar el fin de semana...Todo el mundo quería ir a Jerez. Todas las pistas apuntaban allí, a ese lugar, a esa tierra por hoy prometida.
Pero no.
Hoy, con un acopio de responsabilidad había optado por dirigirse a la biblioteca, a pesar de ser viernes e ignorando las señales...
Al pasar por un control de alcoholemia frunció el ceño aunque ni siquiera se había percatado de la presencia policial. No era la justicia quien la perturbaba hoy.
Era él...
Esa criatura pura y cambiante, tan madura e infantil que engancha sin más. La mezcla perfecta. Lo odiaba y lo amaba, y el reconocerlo la enfurecía más aún. Tan perfecto que se permitía el lujo de ignorarla. Le daba donde más le dolía. Indiferencia total. Un cordial saludo y cero. Cero odio. Cero amor. Cero.
¿Por qué iba a sorprenderse si llevaba más de dos años haciendo lo mismo? Sin desaparecer nunca del todo, pero haciendo gala de esa indiferencia. Y con la virtud de aparecer justo cuando necesitaba estar más concentrada. No paraba de rememorar en su mente ese momento cuando entró en la sala de estudio, revisó las mesas rápidamente en busca de algún asiento libre...y ahí estaba él. Marmóreo, impasible, perfecto -quizá algo más ancho, los años no perdonan-.
Done is done. Si eso es así, si estaba ya todo perdido, ¿por qué la vida se lo ponía insistententemente en medio?
Se devanaba los sesos buscándole el sentido a tanta paradoja cuando reparó en que ya había llegado a casa. A esa casa donde la soledad no está penalizada ni duele. Donde él seguía estando presente, sin rencor, en esos ardientes recuerdos donde él, una y otra vez la había amado, besado, tocado, sin pausa, durante algo más de dos años...
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