Fotografía: Katwoude, NL. Victoria Moreno
desoí cada silencio y cada ruido,
devolví cada piedra a su lugar.
Resulta que bebí del mar,
dejé mi sitio,
perdí mi silla
-la sed del loco
no sacia, pero endulza,
no madura, pero envejece,
no existe si no la miras-.
Y resulta que se habita con lo huído,
que todo llega antes si no se espera,
que todo el mundo cojea de una mano,
que no hay escondite
para tu propia cabeza.
Resulta que resultamos incómodos
con el silencio contenido,
pero mucho más
si lo rompemos para hablar.
Y resulta que no importa lo que importe
o a quién le importe
o a quién le importas;
resulta que eras tú,
solo tú,
la pieza del recambio,
la esencia en la fragancia,
la respuesta a la pregunta,
el hilo en el remiendo,
la cuerda en el precipicio,
la fruta entera, el mapa de carretera...
desde el principio...
⟲⟲⟲⟲